viernes, junio 10, 2005

Son rumores, son rumores

Como es nuestra costumbre, en esta página nos hacemos eco y le damos difusión a las versiones más increíbles y las informaciones menos veraces. Así es que te contamos, lector, que empiezan a correr rumores sobre una nueva reunión de la Kléber Chalá Band. Sin embargo, tras correr 200 metros, toda una vida de excesos les pasa factura y se ven obligados a detenerse (merece un "cuac").

Otros rumores más jóvenes no se dejan vencer tan fácilmente y auguran, junto con las reuniones de Almendra, Soda Stereo, Los Redondos (sin Skay), Seru Giran, Hermética, Sumo, Los Beatles (sin Paul McCartney) y The Police, el prometido y promisorio reencuentro de la gloriosa banda de Boedo (barrio de tango, cultura y San Lorenzo).

Aun cuando todavía la reunión no está ni por lejos confirmada, ya hay multitudes de fans que hacen interminables colas en todos los lugares en los que sospechan que se pueden llegar a vender las entradas para presenciar tan esperada reaparición. Ante la magnitud del evento, la mayoría de los fans intuyen que el recital se realizará en el estadio de River Plate, y así fue que, el pasado lunes, el Monumental de Núñez se vio desbordado por más de 15.000 fieles, impacientes y violentos chalases (como ellos mismos se hacen llamar), desesperados por asegurarse un lugar en este acontecimiento histórico.

Algunas versiones sostienen que un porcentaje de los 15.000 inadaptados buscaban, en realidad, sacar entradas para el partido entre Argentina y Brasil. Sin embargo, el desolador paisaje del estadio casi vacío que se vio el miércoles a la noche, demuestra que, si había gente buscando entradas para el partido, no eran más de 200 ó 300 nerds.

Los miembros de la banda no han formulado declaraciones. De hecho han estado escabuyéndose con corridas, disfraces, pelucas, anteojos oscuros, vidrios polarizados y órdenes judiciales de restricción, de la prensa que los ha hostigado incansablemente durante las últimas semanas. Aunque fuentes cercanas a la banda no descartaron la esperada reunión, se sabe que todos ellos se encuentran enfrascados actualmente en otras actividades y otros proyectos. Se comenta que algunos de los integrantes estuvieron involucrados en rotundos fracasos empresariales en el área de medios (uno de ellos, víctima de una crisis económica y psíquica, se habría comido las cuerdas de su instrumento en un guiso de pajarito). Tamaño fracaso los habría hecho recapacitar sobre su verdadera vocación y los haría volver a aquéllo para lo que son verdaderos genios sobrehumanos. O también es posible que vuelvan a la música.

Otro (el tecladista), tras una temporada de reclusión y contacto extraplanetario en el Cerro Uritorco para recuperarse de cierta adicción a la ingesta de perfumes franceses, volvió a la gran ciudad para incursionar en el comercio minorista de autopartes en la calle Warnes, actividad que le reportó otra temporada de reclusión, esta vez en el Penal de Olmos. Pagada su deuda con la sociedad, tras una experienca que le sumó nuevos tatuajes y enfermedades infecciosas, está de vuelta para maravillarnos con sus dedos de oro sobre el teclado.

Finalmente, se comenta que el tan mentado nuevo bajista de la banda no habría existido nunca, puesto que nadie parece recordar su cara y no hay registros sonoros de su performance. Hay quienes cuentan que un joven de Villa Pueyrredón fatiga las calles del barrio en las noches de luna llena, asegurando ser el misterioso músico, lo que le ha valido numerosas y justicieras golpizas de parte de los fieles, impacientes y violentos fans de la banda.

En conclusión, chalases, a no desesperar, que la Kléber todavía puede volver. No se sabe cómo, ni cuándo... ni por qué, pero puede volver.

viernes, marzo 11, 2005

viernes, febrero 11, 2005

El regreso del año

Cuando a una banda le llega el tiempo de su madurez, generalmente debe pasar primero por un período de oscuridad, dolor y genuflexión*, donde el horizonte se vuelve borroso, las noches, turbulentas, y la cerveza, vinagre. Las historias se repiten por doquier, los ejemplos abundan... y no dejan de abundar.

Así, como tantas otras agrupaciones musicales, la Kléber Chalá Band tuvo su período negro, de oscuridad, keynesianismo y dolor; y finalmente logró salir a la luz, empezar una nueva etapa, alcanzar la madurez, comenzar a trabajar en nuevos proyectos, nuevas y revolucionarias ideas, enormes panzas multicolores.

Ayer, jueves 10 de febrero de 2005, la Kléber Chalá Band volvió a escena. Con cambios, con muchos cambios que iremos detallando a lo largo de esta crónica, pausada, minuciosamente, para que el lector no se pierda de nada.

En primer lugar, un viejo anhelo de la banda se ha hecho realidad: por primera vez (léase: segunda), la banda contó con un bajo, magistralmente ejecutado por un misterioso y deconocido personaje que se apersonó en la casa de uno de los integrantes de la banda, comió sus milanesas y su puré de patatas y se autoproclamó "el nuevo bajista de la Kléber Chalá Band". Ante su ímpetu, decisión e intimidante porte físico, la banda decidió aceptarlo. Con buenos resultados, de todos modos, aunque con un estilo que generó polémicas. Cuentan quienes tuvieron el privilegio de presenciar el ensayo, en una sala en la que no había nadie más que los músicos, que por momentos, este exótico bajista... se sentó, tocó sentado. Esto, lógicamente, provocó la ira del sentado baterista, que igualmente debió reprimirla, intimidado ante el ya comentado porte físico del misterioso bajista.

El paro de subtes y el consecuente caos de tránsito que asoló a la ciudad, impidieron que el tecladista estrella de la banda se presentara a horario para el ensayo. Esto inspiró a los muchachos para componer un tema contra los paros, los piquetes y todas las formas del egoísmo y la putrefacción moral. Sin embargo, esta inspiración no fue aprovechada y se perdió en el frío de la noche porteña. Así que no hay temas nuevos.

Lo que sí era nuevo era la sala. Dejando atrás la gloriosa salita de Boedo (barrio de tango, cultura y San Lorenzo) que los vio nacer, los chalases se mudaron al coqueto barrio de Caballito, más acorde con su actual poder adquisitivo, fruto del éxito musical que los coronó durante el año pasado. La nueva sala contaba, para inmensa alegría de los músicos, con luces de colores que podían ser reguladas por los propios ejecutantes, creando bellos efectos sobre la percepción, y desbordaba de alegría al baterista, ya que los artefactos lumínicos dibujaban sobre la húmeda pared los colores del club de sus amores.
Como si no hubiera pasado nada, La Kléber Chalá Band ha regresado, y por ahí, existe alguna posibilidad que sea para quedarse. Me voy, chau.